La despedida de un joven soldado que marcha a la guerra completamente equipado con escudo, grebas, lanza y casco emplumado es tema común en las cráteras del siglo V a.n.e. a las cuales el eco del triunfo alcanzado sobre los persas dos décadas atrás infunde un carácter especial al hecho militar, no exento de matiz religioso. Una figura femenina -la madre o la hermana-, sostiene un fiale para ofrecer una libación propiciatoria a los dioses que proteja al guerrero, mientras un hombre mayor, quizás el padre, gesticula en señal de anuencia y reconocimiento del primer deber de un ciudadano griego libre. Un león como insignia en el escudo alude al poder de las armas del hoplita y sugiere la seguridad del triunfo.